En casa de mis tíos, en la Plaza de España, había una habitación donde se guardaban los trastos, la ropa de planchar, las escobas, también era una especie de despensa y sobretodo, era nuestro cuarto de juegos, le llamábamos “el cuarto de los enredos”.
Tendría unos 15 metros cuadrados; con unas estanterías con cortinas en la pared frente a la puerta; una mesa camilla con un banco y sillas; contra una pared lateral estaba apoyada la “aspirina”, que era una tabla circular enorme que se colocaba en la mesa del comedor cuando había invitados ; sobre la mesa , libretones para dibujar , mariquitinas, los juegos reunidos Geyper, cromos; en otra mesa, la caja de los indios de mi primo…y un baúl con ropas viejas, sombreros, zapatos que usábamos para nuestras “comedias” .
Era ese lugar donde nos refugiábamos los días de lluvia, de frío o de excesivo calor.
Todavía hoy, con 57 años, me vienen a la cabeza recuerdos inolvidables de aquel cuarto. Mi prima Gloria, que era la que vivía allí, tenía muchas amigas : Margari, Rosa, Ana Mari, Mariángeles…Yo era dos años más pequeña pero me dejaban estar allí y jugar con ellas, igual que a mi primo Gonzaloa Roberto, hermano de Margari, o a otros primos más pequeños que venían en vacaciones.
Me acordé de este cuarto el otro día viendo en la tele la película “Cría cuervos” de Carlos Saura. Hay unas escenas en que los niños juegan a que son mayores y hacen de la madre, del padre, de la tía, del amante, de los personajes con que ellos viven , improvisando ,mejor, repitiendo diálogos dichos por los adultos y que ellos saben ya de memoria. Jugar a interpretar lo que ven a su alrededor.
Nosotras, en el cuarto de los enredos también interpretábamos lo que nos rodeaba: las madres, los padres, las hermanas mayores, sus novios, las amigas traidoras, los amigos,las maestras, vendedores…En un momento el cuarto se transformaba en un salón de baile, donde los chicos eran las escobas, porque nunca hacíamos de chicos, porque no sabíamos; en un banco del Paseo, donde éramos las mamás con nuestros chiquillos y sus problemas; en una academia llena de alumnos y la maestra….Qué bien , y a veces, qué mal lo pasábamos en aquel cuarto. En un espacio tan reducido jugábamos a la “gallinita ciega”, completamente a oscuras, ya que era una habitación sin ventanas, así que solo había que apagar la luz y ya estaba! Se hacía el silencio y la gallinita tenía que tocar a alguien y decir quién era; bueno, pues a veces, nos escondíamos tan bien, que era desesperante lo que tardaba la que se la quedaba en encontrarnos. Era un juego de absoluto silencio y pasos a cámara lenta donde solo se oían las respiraciones, que cesaban en momentos de peligro, que eran esos en que aguantabas sin respirar hasta que se alejaba la gallina.
Recuerdo a alguna diciendo:- No aguanto más esta situación, no podemos continuar así, deberíamos dejarlo- y la escoba le suplicaba algo, pero ella impasible contestaba- Vete!, Vete ya!
Mi tío Gonzalo, en algún descanso de su despacho, entraba y nos contaba historias maravillosas, de aventuras, de risas o de miedo. Una vez apareció disfrazado con la toga y el pavo de Navidad asomando por ella y fue tremendo, terminamos todas subidas a las estanterías gritando. Otras veces nos preparaba bocadillos buenísimos de salchichas y pan tostado o nos llevaba al cine. Era el tío más majo y más bueno que he tenido, divertido, generoso, siempre dispuesto a jugar un rato con nosotras. Nos enseñaba a dibujar, a hacer siluetas de animales con las tijeras, a hacer caricaturas, a pintar, a cantar pasodobles , nos explicaba los nombres de los toros, el significado de los colores de los trajes de luces de los toreros, el lenguaje del presidente en las corridas…era un gran taurino, auténtico, era su pasión, lo que más le gustaba del mundo…
Estos ratos siempre terminaban de la misma manera. Entraba la Pili y nos despachaba o era mi tía la que se hartaba y nos mandaba a jugar a la plaza , por no decir a otro sitio, tal era la guerra que dábamos. Entonces, seguíamos en la escalera y al final terminábamos en la calle.
El cuarto de los enredos era nuestro refugio en esas tardes de verano achicharrantes, donde el sol tomaba posesión de la Plaza y solo había algún espacio de sombra bajo los toldos de los comercios ( el bar Gabino, el Antero, la tienda de Rafa o los relojeros ). O esos días de invierno , de lluvias y nieve en que subíamos al calor de la estufa de butano que mi tía ponía allí para que estuviéramos bien.
Más cosas? Pues que allí hacíamos los deberes de Doña Aurelia, que era la tía de Mariángeles ; que jugábamos a la oca con la abuela Nati, que siempre estaba haciendo bolillos; que cantábamos y hacíamos comedias para los más pequeños (Gonzalito, Roberto, Isabel, Teresita …) Que fue un espacio mágico, donde todo era posible. Que allí me enteré de las cosas de la vida, claro, de aquella manera, o sea todo al revés, con aquel misterio que para mí tenía lo que contaban mi prima y sus amigas, que como eran mayores , yo escuchaba sin perder ni un detalle e iba forjando mi experiencia y mi pensamiento sobre todo ese mundo de los mayores a través de los ojos de los niños, o mejor dicho, de las niñas , de aquellas niñas que tuvimos la suerte de tener ese microcosmos que fue “El cuarto de los enredos".
(Dedicado a Gloria, Ana Mari, Margari…y a Mariángeles, la chica que tenía un “piumadoro”, con todo mi cariño.)
Querida Merce:
ResponderEliminarMe ha emocionado tu relato, tanto tiempo esperado.
Has desgranado muy bien todos tus recuerdos de los que yo también formo parte.
Además de todos los juegos que has mencionado, yo también recuerdo haber jugado a la ruleta.(Nunca más he vuelto a jugar, es más , ni me acuerdo).
¡Qué buenas personas!, cariñosas, acogedoras, pacientes con nosotras.Era mi segunda casa y ahora mismo te describiría perfectamente todas y cada una de las estancias de la casa.Hasta te describiría los olores en aquélla cocina que daba a la parte de atrás, a la calleja del varón.
En fin Merce,puedes estar segura, de que me has hecho muy, muy feliz, trayendo a mi memoria recuerdos tan bonitos.
Por cierto, tienes una memoria prodigiosa.
Un beso muy grande Merce.
Barón, con B
ResponderEliminarHa sido un lapsus.
Sorry.
Hola Merce; Margary, prima :)
ResponderEliminar¡¡ Qué bonito...!!, qué relato tan maravilloso, Merce.
Yo sólo caí por allí una vez, y recuerdo 'la aspirina' y los disfraces. Me pareció un sitio genial, mágico. También recuerdo, con cariño, la estampa y la personalidad de tu tío Gonzalo; tan elegante, tan culto, tan amable siempre.
Pero...donde yo disfrutaba muchísimo era en tu casa, Merce, hablando en 'Pigmeo' por el teléfono de la Oficina de Telégrafos jajaja
Tu casa era un Mundo Maravilloso...esos armarios tan apropiados para escondernos, esa galería con vistas al río Najerilla, ese 'Tercer Piso' digno de los mejores Guateques.¡Qué recuerdos, chicas!,¡Qué infancia tan feliz!
Un beso muy grande a las dos, os quiero un montón.
Blanca